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  • De hecho la desordenada colecci

    2019-06-24

    De hecho, la desordenada colección de los datos etnográficos se encuentra varias veces en conflicto con la propuesta de un proyecto sistemático que el fraile busca plantear, sin éxito, en el exordio de su obra. En las primeras páginas de la Relación, Pané esboza los confines de un modelo hermenéutico que intenta utilizar para dar forma coherente protease inhibitors hiv la exposición del material recogido en La Española: Contrariamente a lo que había notado Las Casas, Pané se muestra consciente de la necesidad de un modelo conceptual que organice los materiales indígenas. Si nos fijamos en la sintética grilla conceptual proporcionada por el jerónimo, podemos notar su menor complejidad respecto a la que más tarde sería propuesta por Las Casas para describir las religiones indígenas de América. Sin embargo, esto no significa que Pané no reconozca la necesidad de ubicar las creencias y la idolatría de los indígenas dentro de una categoría de carácter “intercultural”: la veneración de los dioses. En un primer nivel de lectura, entonces, es evidente que se trata de un intento de generalizar las prioridades del cristianismo y de encontrar sus huellas (que, sin embargo, se expresan entre los taínos como formas de idolatría) también en las culturas indígenas. Si bien sólo en el cristianismo es posible inscribir la correcta adoración del Dios único, Pané busca averiguar si existen entre los taínos huellas de cultos idolátricos y de veneraciones de diferentes deidades, para colocar así a los indígenas en la categoría comparativa de los pueblos “paganos”, es decir, de todos aquellos pueblos de la antigüedad que tenían como forma religiosa natural la veneración de múltiples dioses. Es evidente que Pané no entendía, o quizá no era capaz de utilizar un vocabulario “clásico” para recuperar las imágenes de los dioses de los “antiguos”, con el objetivo sistemático de “traducir” las inauditas “veneraciones” de los taínos. Por otra parte, cabe hacer notar que esta metodología comparativa tardaría algunas décadas antes de ser utilizada puntualmente, por ejemplo, en la obra del mismo Las Casas. Es preciso evitar caer entonces en una lectura anacrónica: una “teoría del politeísmo” no existía a principios del siglo xvi, y se desarrolló completamente sólo al final de un largo siglo de relaciones interculturales que la civilización europea había establecido no sólo en el Nuevo Mundo, sino también en un contexto global más amplio. En esta perspectiva, el trabajo de Pané es de importancia decisiva: si representa la primera etnografía religiosa de las Américas, su exordio programático muestra cómo todo el discurso acerca de las religiones indígenas se expresará en los términos de una reflexión sobre la naturaleza de las divinidades, o más bien, sobre la relación conceptual entre la “correcta” veneración del Dios único y la difusión universal de la idolátrica veneración de infinitas divinidades. En este sentido, la Relación constituye una contribución fundamental para la reconstrucción del discurso sobre las religiones del Nuevo Mundo, ya que se observa en ella el principio de un proceso de circulación de bienes culturales que, en la época de los descubrimientos geográficos, fueron utilizados por los cronistas europeos para favorecer una forma de inclusión “conceptual” de la pluralidad religiosa que aparecía en el curso de la Edad Moderna. Al mismo tiempo, entonces, mientras de un lado se procedía con el “exterminio” de las religiones reales, por el otro, era posible asimilarlas conceptualmente a nucleus (cell) través de una reflexión connotada en sentido cristiano. Apuntalado lo anterior, podemos volver al texto de Pané para explicar las razones de aquel proceso que hemos definido como fracaso hermenéutico de la Relación. Si la veneración de los dioses era la piedra angular de todo el proyecto del fraile, y por ello debería haber servido para elaborar una coherente descripción de la religión indígena, llama la atención el hecho de que no exista huella alguna de divinidades indígenas en la obra entera de Pané. El mismo término “dioses”, utilizado en el exordio programático, representa un hapax en laRelación, ya que se encuentra en una única ocasión, en aquella cita puesta en el principio de la obra. Las esperadas huellas de un culto indígena a los dioses, que representaría la hipótesis interpretativa del trabajo de Pané, se diluyen por completo: “Cada uno, al adorar los ídolos que tienen en casa, llamados por ellos cemíes, observa un particular modo y superstición”.